Shulgi (r. 2029-1982 a.C.) está considerado el mayor rey de la Tercera dinastía de Ur de Mesopotamia. Su padre fue Ur-Nammu, el fundador de esta dinastía y ayudó a derrotar a las fuerzas de ocupación de los gutianos. Shulgi heredó un reino estable después de que su padre muriera en la batalla con los gutianos y procedió a construir sobre el legado de su padre para elevar a Sumeria a grandes alturas culturales.
Como hombre culto, reformó las escuelas de escribas y aumentó la alfabetización en toda la región. Asignó fondos para el mantenimiento continuado de las ciudades, mejoró las carreteras existentes y construyó otras nuevas, e incluso instituyó las primeras posadas al borde de la carretera para que los viajeros pudieran detenerse, descansar, comer y beber mientras viajaban (una innovación adoptada posteriormente por el Imperio Persa). Se declaró dios durante su vida y parece que fue adorado por el pueblo tras su muerte.
Su reinado está bien documentado, ya que contaba con muchos escribas que hacían inscripciones de sus logros, pero esta documentación ha sido cuestionada por su inexactitud. Aunque parece claro que Shulgi reinó bien, la mayoría de los documentos relativos a los detalles de su gobierno fueron los que él ordenó redactar. Los cronistas posteriores le acusarían de impiedad y falsificación de registros, pero las pruebas arqueológicas parecen apoyar bastante bien su versión del reinado.
El inicio del reinado
Su padre Ur-Nammu había estabilizado la región, la había hecho prosperar y se había convertido en un héroe casi mítico poco después de su muerte. Cabría esperar que su sucesor se esforzara por distinguirse del gobierno del primero, pero no parece ser el caso de Shulgi.
Para garantizar la estabilidad de su reino, creó un ejército permanente que formó en unidades especializadas para fines militares concretos (un soldado de infantería ya no era un simple «soldado de a pie», sino que estaba especializado en una determinada táctica, formación y propósito en el campo de batalla). A continuación, dirigió este ejército contra los gutianos que quedaban en la región para vengar la muerte de su padre y asegurar las fronteras.
Para recaudar dinero para su ejército, inició la política sin precedentes de gravar los templos y los complejos de templos que, aunque pudo haberle hecho impopular entre los sacerdotes, podría haber reforzado su popularidad entre la población en general que no tenía que sufrir un aumento de los impuestos.
El reino se mantenía eficazmente gracias a la administración central unificada instituida por Ur-Nammu, que Shulgi mejoró, y estaba protegido y ampliado por el ejército permanente que, al no necesitar movilización, podía responder rápidamente a cualquier disturbio en las fronteras.
Con su estado asegurado, Shulgi pudo dedicarse a fomentar el arte y la cultura, como había hecho su padre.
- Introdujo un calendario nacional y estandarizó la hora para que todo su reino reconociera el mismo día y la misma hora, sustituyendo el antiguo método de cada región que calculaban las fechas y horas a su manera.
- Instituyó reformas agrícolas y estandarizó los pesos y medidas para garantizar un comercio justo en el mercado. Antes de las reformas de Shulgi, los precios variaban -a veces ampliamente- entre los productos comerciales de Ur y los mismos productos de Nippur.
- Instauró el sumerio como lengua oficial. Todos los documentos estaban escritos en sumerio (en lugar de la lengua estatal tradicional, el acadio), quizá en un esfuerzo por diferenciar el reinado de Shulgi del anterior Imperio Acadio.
La carrera de Shulgi
Aunque sus logros fueron muchos, parece que Shulgi seguía sintiendo que se limitaba a continuar las políticas y los proyectos de construcción instituidos por su padre. Esto pasó, por ejemplo, con los trabajos de construcción de los zigurats de Ur-Nammu, que continuaron hasta bien entrado el reinado de Shulgi.
Esto le dejaba con el problema de cómo establecer su propia persona sobrehumana en la conciencia de su pueblo.
En un solo día, Shulgi corrió de Nippur a Ur, una distancia de 100 millas (160,9 kilómetros), para oficiar en las fiestas religiosas de ambas ciudades, y luego corrió de vuelta de Ur a Nippur; completando una carrera de 200 millas (321,8 kilómetros) en un día. Su motivación para realizar la carrera queda patente en una de sus inscripciones.
Sin duda, la carrera cumplió su objetivo, ya que en crónicas posteriores se asoció a Shulgi con el evento, y con una gran resistencia. Su valor y determinación también fueron alabados porque su carrera tuvo lugar en medio de una gran tormenta.
De hecho, Shulgi se hizo tan famoso por su carrera que, poco después, se convirtió en una figura popular que aparecía en la poesía erótica de toda Mesopotamia y que destacaba por su virilidad y resistencia como amante de la diosa Inanna.
La carrera de Shulgi extendió su fama por toda la tierra, como él esperaba, y distinguió su reinado de forma espectacular del de su padre. Mientras que Ur-Nammu se había presentado ante su pueblo como una figura paterna que guiaba a su gente, Shulgi reclamaba el estatus de un dios. Hizo su carrera en el séptimo año de su reinado y, a partir de entonces, pudo hacer lo que quisiera.
En Mesopotamia era costumbre nombrar los años en función de las grandes hazañas realizadas por el rey, normalmente victorias militares, y el año de la carrera de Shulgi se conoció a partir de entonces como «El año en que el rey hizo el viaje de ida y vuelta entre Ur y Nippur en un día».
La historia de su carrera se inscribió poco después del evento, y se enviaron escribas a todo el reino para recitarla en los templos y presentarlo al pueblo como un rey aún más grande de lo que había sido su padre.
¿Podría haberlo hecho realmente?
Anteriormente se pensaba que la hazaña era imposible y se descartó como ficción. Sin embargo, estudios más recientes sugieren lo contrario. Un artículo del Journal of Sport History cita dos registros relevantes: durante las primeras cuarenta y ocho horas de la carrera a pie de Sydney a Melbourne de 1985, el ultramaratonista griego Yannis Kouros completó 287 millas. Esta impresionante distancia la realizó sin parar para dormir. En los años 70, un atleta británico que corría en pista completó 100 millas en un tiempo de once horas y treinta y un minutos. No hay razón para creer que los sumerios fueran menos capaces de atletismo. Después de todo, el suyo era un mundo mucho más físico que el nuestro: la velocidad, la fuerza y la resistencia habrían sido mucho más importantes para ellos que para nosotros.
Reinado posterior y controversia
Su campaña de relaciones públicas fue un gran éxito. Las Crónicas de Mesopotamia describen a Shulgi como «divino» y «el corredor rápido» y cuentan cómo proporcionaba generosamente alimentos a las ciudades, en concreto a la ciudad sagrada de Eridu. Era hermano del dios del sol Shamash y esposo de la diosa Inanna, según los himnos y canciones. Cuando decidió expandir su reino hacia el norte, el ejército le siguió en campaña sin rechistar y tomó la región de Anshan (actual oeste de Irán).
Su política continuada de imposición de impuestos a los templos y complejos de templos y la estandarización de los pesos, las medidas, la hora y el día en todo su reino habían despojado a las distintas ciudades de sus identidades regionales y sin embargo no hay pruebas de luchas internas ni referencias a revueltas en los registros de su reinado.
Esta versión pacífica y próspera de la administración de Shulgi, sin embargo, ha sido cuestionada porque, en primer lugar, la historia procede de documentos emitidos por el Estado y, lo que es más importante, los escritores posteriores afirmaron que Shulgi había falsificado a propósito esos documentos para presentarse como el más grande de los reyes de Mesopotamia.
La muerte de Shulgi
Tras 46 años de reinado, Shulgi murió y le sucedió su hijo Amar-Sin.
La muerte de Shulgi es un tema tan controvertido como los registros que describen su reinado. Los principales sospechosos a los que aluden los estudiosos modernos son siempre los hijos de Shulgi, pero para que hubieran asesinado a su padre y asumido el gobierno después de él, habrían necesitado algún tipo de apoyo de los funcionarios de la corte, de su familia o esperando el apoyo popular de un pueblo descontento para un golpe.
Sin embargo, no hay pruebas de que la marea de la opinión popular se haya vuelto en contra de Shulgi ni de que haya habido un complot lanzado por los miembros de la corte.
El legado de Shulgi
Aunque los registros estatales que documentaron su reinado han sido cuestionados, las pruebas arqueológicas de la época apoyan sus afirmaciones de que el reinado de Shulgi fue realmente próspero y que los logros que reclamaba para sí mismo se produjeron, aunque no exactamente como se describen. Bajo su reinado se mejoraron las carreteras, el reino se expandió, la economía fue fuerte, se construyeron posadas, se estandarizaron el calendario y la hora, así como los pesos y las medidas, y florecieron la alfabetización y las artes.
Todavía se discute si fue culpable de fabricar aspectos de su vida y su reinado, pero no cabe duda de que fue un hombre de enorme talento administrativo y militar, imaginación, determinación y carisma personal. Se puede cuestionar si merece el título que aún ostenta como el mayor rey de la Tercera Dinastía de Ur, pero si se comparan sus logros con sus deficiencias, los primeros superan a los segundos, y ciertamente no hubo ningún rey del periodo que le siguiera que estuviera a su altura.