Homo erectus

Homo erectus fue una especie de homínido que vivió desde hace aproximadamente 1,9 millones de años hasta 143,000 años atrás. Es conocido por ser uno de los primeros homínidos en tener una postura completamente erguida y por utilizar herramientas de piedra elaboradas.

Descubrimiento

El Homo erectus fue descubierto por primera vez por el antropólogo holandés Eugène Dubois en 1891 en Trinil, Java, Indonesia. Dubois encontró un cráneo casi completo y un fémur que denominó «Pithecanthropus erectus», conocido más tarde como Homo erectus. Este descubrimiento fue crucial porque fue uno de los primeros fósiles humanos encontrados que indicaba una antigüedad mucho mayor y una morfología diferente comparada con los humanos modernos, apoyando la idea de la evolución humana.

Cronología

El Homo erectus vivió durante un período extenso de tiempo, empezando desde aproximadamente hace 1.9 millones de años hasta alredor de 143,000 años atrás.

  • Hace 1.9 millones de años: aparece el Homo erectus, posiblemente evolucionando de especies similares a Australopithecus o Homo habilis en África. Los fósiles más tempranos han sido encontrados en lugares como Koobi Fora y Turkana en Kenia.
  • Hace 1.7 millones de años: se dispersa fuera de África a otras partes de Asia, llegando a áreas como Dmanisi en Georgia, evidenciado por fósiles que datan de esta época.
  • Hace 1 millón de años: se encuentra bien establecido en varias regiones de Asia y Europa. Durante este periodo, la especie realiza importantes avances en el uso de herramientas y puede haber utilizado el fuego.
  • Hace 500,000 años: en este punto, algunos científicos creen que diversas subespecies de Homo erectus empezaron a evolucionar hacia formas más avanzadas de homínidos, como Homo heidelbergensis y posiblemente Homo antecessor en Europa.
  • Hace 200,000 años: los últimos fósiles atribuidos al Homo erectus se encuentran principalmente en Asia, en lugares como Java en Indonesia, indicando que la especie perduró más tiempo en Asia que en África.
  • Eventualmente el Homo erectus se extingue, posiblemente debido a la competencia con otras especies de Homo más avanzadas, o a cambios ambientales que no pudieron sobrellevar.

Esta cronología destaca su notable durabilidad y adaptabilidad, siendo una de las especies de homínidos con la distribución temporal y geográfica más extensa. Diversos hallazgos arqueológicos continúan refinando nuestro entendimiento de esta fascinante especie.

Características físicas

El Homo erectus fue un homínido robusto y bastante versatile que mostró varias características físicas distintivas que lo diferenciaban de sus predecesores y contemporáneos.

  • Los adultos podían alcanzar aproximadamente 1.5 a 1.8 metros de altura, con una constitución corporal fuerte y musculosa, adaptada para largas caminatas y corridas de resistencia.
  • Tenían un tamaño cerebral significativamente mayor que sus predecesores como Homo habilis. La capacidad cranel variaba entre aproximadamente 600 y 1,100 centímetros cúbicos, mostrando un incremento considerable a lo largo de su existencia. El cráneo era más largo y bajo en comparación con los humanos modernos, con una frente bastante inclinada y huesos supraorbitales prominentes (conocidos como cejas óseas).
  • La mandíbula era pesada y menos prognática (no sobresalía tanto hacia adelante) en comparación con la de homínidos anteriores, y presentaba una dentición robusta adecuada para una dieta variada que incluía tanto plantas como animales.
  • Sus proporciones corporales eran más similares a las de los humanos modernos, con piernas largas y brazos algo más cortos en comparación con su torso, indicativo de una adaptación a la vida en el suelo más que a la vida arbórea.
  • No poseían mentón, y la parte posterior del cráneo (occipital) presentaba cierta protuberancia, conocida como toro occipital.

Estas adaptaciones físicas indican que había desarrollado una morfología muy adecuada para la vida en entornos de sabana abierta, incluyendo largas distancias de desplazamiento en búsqueda de alimentos y migraciones. La eficiencia en sus patrones de desplazamiento también sugiere que pudieron haber sido cazadores persistentes y posiblemente participaron en formas tempranas de cooperación social más complejas.

Herramientas

Homo erectus es conocido por su uso avanzado de herramientas de piedra, comparado con las especies más tempranas de homínidos. Estas herramientas representan un desarrollo significativo en la tecnología lítica y desempeñaron un papel crucial en su supervivencia y adaptación en diversos entornos.

El Homo erectus se asocia principalmente con la industria lítica Achelense, caracterizada por la producción de bifaces, herramientas de mano trabajadas relativamente grandes y simétricas que eran afiladas en ambos lados. Estos bifaces, a menudo llamados «hachas de mano», eran versátiles para cortar, raspar, y probablemente usados en la carnicería de animales. Las herramientas Achelenses implican un avance en las técnicas de tallado de piedra, donde se golpeaban grandes lascas de un núcleo de roca como el sílex o la obsidiana. Esta técnica permitía crear bordes más afilados y herramientas más grandes y duraderas que las creadas por especies anteriores como Homo habilis.

Además de los bifaces, también fabricaba raspadores, cuchillos y puntas. Estas herramientas permitían una variedad de funciones, desde procesar madera hasta desollar y desmembrar animales. A lo largo de los cientos de miles de años durante los cuales el Homo erectus produjo herramientas Achelenses, se observa cierta consistencia y estandarización en la fabricación de bifaces. Esto sugiere un conocimiento transmitido y posiblemente alguna forma de enseñanza o tradición cultural. Si bien las herramientas de piedra son las más conservadas en el registro arqueológico, es muy probable que también utilizara herramientas de materiales orgánicos como madera, hueso, y cuerno, aunque dichas herramientas rara vez se conservan hasta nuestros días.

El desarrollo y uso de herramientas líticas indica un comportamiento adaptativo complejo, incluyendo la caza de grandes animales y tal vez la defensa contra depredadores. También sugiere habilidades de planificación anticipada y un entendimiento más sofisticado del entorno natural. La habilidad para fabricar y manejar tales herramientas fue un factor clave en la capacidad del Homo erectus para adaptarse a nuevos entornos, expandirse fuera de África y sobrevivir durante casi dos millones de años en variados y cambiantes climas.

Alimentación

Homo erectus probablemente consumía una dieta omnívora, incluyendo una mezcla de alimentos de origen vegetal y animal. Esto les permitió explotar una variedad de nichos ecológicos y adaptarse a diferentes condiciones ambientales.

La incorporación de carne en la dieta representa un cambio significativo con respecto a sus ancestros. Hay evidencias que sugieren que cazaba y consumía grandes mamíferos, lo cual se ve reflejado en el registro arqueológico con herramientas que se utilizaban para desollar, cortar y probablemente defensar animales. Además, algunos fósiles de animales asociados con yacimientos de Homo erectus muestran marcas de corte y fracturas intencionadas en huesos para extraer médula.

Existe evidencia que sugiere que pudo haber sido uno de los primeros homínidos en usar el fuego de manera controlada. El control del fuego no solo les permitiría cocinar alimentos (haciéndolos más digeribles y nutritivos), sino también proporcionar calor y protección. Sin embargo, la evidencia de uso temprano del fuego aún es objeto de debate entre los investigadores.

Junto con la caza, el Homo erectus también recolectaba frutas, nueces, tubérculos y otros vegetales. Esta combinación de caza y recolección les ayudó a obtener los nutrientes necesarios para soportar su mayor masa cerebral y corporal comparado con homínidos anteriores. Los cambios en la dentición y el aparato masticatorio, comparados con homínidos anteriores, indican una dieta con alimentos más variados y posiblemente más duros o fibrosos. Esta adaptación dental también apoya la idea de una dieta que incluía tanto materia vegetal como animal.

Probablemente utilizaba estrategias alimenticias que incluían el consumo de un rango muy diverso de fuentes de alimentos disponibles estacionalmente, lo que les proporcionaba una gran flexibilidad para adaptarse a diferentes ecosistemas.

Hábitat

El Homo erectus fue notablemente adaptativo en cuanto a su hábitat, llegando a habitar una amplia variedad de ambientes en África, Europa y Asia. Esta especie evolucionó para afrontar diversos desafíos ambientales y su éxito en colonizar tantos hábitats diferentes fue parte clave de su larga pervivencia histórica.

Uno de los hábitats predominantes en África era la sabana, un entorno de pastizales con árboles dispersos. Este hábitat ofrecía numerosas fuentes de alimentos, como grandes mamíferos herbívoros que podían ser cazados para obtener carne, y una variedad de plantas. La sabana también exigía largas caminatas y una vida social más coordinada para cazas efectivas, algo para lo que estaba físicamente bien adaptado. Aunque predominantemente adaptado a la vida en las sabanas, el Homo erectus también ocupó áreas más boscosas, donde podían acceder a recursos como frutas, nueces, tubérculos y pequeños animales. Estos ambientes permitían una dieta diversa y ofrecían protección contra los depredadores.

En Asia, especialmente en Java e Indonesia, se encontró adaptando a regiones montañosas y volcánicas. Estos hábitats sugerían un nuevo conjunto de desafíos y recursos, incluyendo la necesidad de adaptarse a temperaturas más frías y posiblemente alturas mayores.

Algunos sitios en Europa y Asia muestran que Homo erectus pudo haber soportado condiciones climáticas más frías que las encontradas en África. Esto implicaría adaptaciones tanto culturales (como el uso de fuego y la construcción de refugios) como físicas.

Bibliografía

  • Dubois, E. (1894). Pithecanthropus erectus, eine menschenaehnliche Uebergangsform aus Java. Landesdruckerei.
  • Weidenreich, F. (1943). The skull of Sinanthropus pekinensis; a comparative study on a primitive hominid skull. Palaeontologica Sinica, New Series D, Number 10.
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