Mesopotamia

Mesopotamia se conoce como la cuna de la civilización porque algunas de las primeras ciudades-estado e imperios más influyentes surgieron allí. Su nombre moderno viene del griego (mesos, medio y potamos, río) y significa literalmente «país entre dos ríos». Esos dos ríos son el Tigris y el Éufrates.

Ciudad mesopotamica

A diferencia de civilizaciones más unificadas como Egipto o Grecia, Mesopotamia era un conjunto de culturas variadas cuyos únicos vínculos reales eran su escritura, su actitud hacia las mujeres y sus dioses (aunque los dioses tuvieron nombres diferentes en las distintas regiones y épocas). Por ello, Mesopotamia debe entenderse más bien como una región que produjo múltiples imperios y civilizaciones, más que una única civilización.

La historia de Mesopotamia

Edad del Cobre

También se conoce como el periodo calcolítico debido a la transición de las herramientas y armas de piedra a las de cobre. Esta época incluye el llamado Período de El Obeid (c. 5000-4100 a.C., llamado así por Tell al-`Ubaid, el lugar de Irak donde se ha encontrado el mayor número de artefactos) durante el cual se construyeron los primeros templos de Mesopotamia y se desarrollaron aldeas no amuralladas a partir de asentamientos esporádicos de viviendas individuales. Estas aldeas dieron lugar al proceso de urbanización durante el periodo de Uruk (4100-2900 a.C.), cuando surgieron las ciudades, sobre todo en la región de Sumer, incluyendo Eridu, Uruk, Ur, Kish, Nuzi, Lagash, Nippur y Ngirsu, y en Elam con su ciudad de Susa.

La ciudad más antigua suele citarse como Uruk, aunque también se han sugerido Eridu y Ur. Según Van De Mieroop, «Mesopotamia fue la región más densamente urbanizada del mundo antiguo» (citado en Bertman, 201), y las ciudades que crecieron a lo largo de los ríos Tigris y Éufrates, así como las que se fundaron más lejos, establecieron sistemas de comercio que dieron lugar a una gran prosperidad.

En este periodo se inventaron la rueda (hacia el 3500 a.C.) y la escritura (hacia el 3000 a.C.), ambas por parte de los sumerios, se establecieron reinos que sustituyeron al gobierno sacerdotal y se produjo la primera guerra registrada en el mundo entre los reinos de Sumer y Elam (2700 a.C.), de la que salió vencedora Sumer. Durante el Período Dinástico Temprano (2900-2334 a.C.), se desarrollaron todos los avances del Período de Uruk y las ciudades, y el gobierno en general, se estabilizaron. El aumento de la prosperidad en la región dio lugar a templos y estatuas ornamentadas, cerámica y figurillas sofisticadas, juguetes para niños (incluyendo muñecas para las niñas y carros con ruedas para los niños), y el uso de sellos personales (conocidos como Sellos Cilíndricos) para denotar la propiedad de bienes y para representar la firma de un individuo. Los sellos cilíndricos eran comparables al carné de identidad o a la licencia de conducir de hoy en día y, de hecho, la pérdida o el robo del sello era tan importante como el robo de identidad o la pérdida de las tarjetas de crédito de hoy en día.

Sumerios

La civilización sumeria se formó por primera vez en el sur de Mesopotamia alrededor del año 4000 a.C., lo que la convertiría en la primera civilización urbana de la región. Los mesopotámicos son conocidos por haber desarrollado una de las primeras escrituras en torno al año 3000 a.C.,la escritura cuneiforme. Esta escritura fue la que se utilizó en una de las primeras grandes obras literarias del mundo, la Epopeya de Gilgamesh.

El imperio acadio

Alrededor del año 3.000 a.C., los sumerios mantuvieron un importante intercambio cultural con un grupo del norte de Mesopotamia conocido como los acadios, cuyo nombre proviene de la ciudad-estado de Acad. La lengua acadia está relacionada con las lenguas modernas, el hebreo y el árabe. Estas lenguas se conocen como lenguas semíticas. El término semítico procede del personaje bíblico Sem, hijo de Noé, supuesto progenitor de Abraham y, por tanto, de los pueblos judío y árabe.

Alrededor del año 2334 a.C., Sargón de Acad llegó al poder y estableció el primer imperio dinástico del mundo. El Imperio de Acadia gobernaba sobre los habitantes acadios y sumerios en Mesopotamia y el Levante -la actual Siria y Líbano-. Finalmente se derrumbó en el año 2154 a.C., a los 180 años de su fundación.

El Imperio Asirio

Asiria debe su nombre a su capital original, la antigua ciudad de Ašur -también conocida como Ashur- en el norte de Mesopotamia. Ashur fue originalmente una de las ciudades-estado de habla acadia gobernadas por Sargón y sus descendientes durante el Imperio Acadio. Varios cientos de años después de la caída del imperio acadio, Asiria se convirtió en un gran imperio.

Durante gran parte de los 1.400 años transcurridos desde finales del siglo XXI a.C. hasta finales del siglo VII a.C., los asirios de habla acadia fueron la potencia dominante en Mesopotamia, especialmente en el norte. El imperio alcanzó su máximo esplendor hacia el final de este periodo, en el siglo VII. En esa época, el imperio asirio se extendía desde Egipto y Chipre en el oeste hasta las fronteras de Persia -el actual Irán- en el este. Las principales excepciones al dominio asirio fueron el imperio babilónico establecido por Hammurabi y algunas épocas oscuras más caóticas en las que no había una potencia dominante.

Babilonia

Babilonia fue una ciudad-estado menor en el centro de Mesopotamia durante un siglo después de su fundación en 1894 a.C. Las cosas cambiaron con el reinado de Hammurabi, de 1792 a 1750 a.C. Fue un gobernante eficiente, que estableció una burocracia centralizada con impuestos. Hammurabi liberó a Babilonia del dominio extranjero y luego conquistó todo el sur de Mesopotamia, aportando estabilidad y el nombre de Babilonia a la región.

El Imperio Babilónico establecido por Hammurabi duró 260 años hasta que Babilonia fue saqueada por invasores en el año 1531 a.C. En el periodo comprendido entre el 626 a.C. y el 539 a.C., Babilonia volvió a imponerse en la región con el Imperio Neobabilónico. Este nuevo imperio fue derrocado en el 539 a.C. por los persas, que gobernaron la región hasta la época de Alejandro Magno, en el 335 a.C.

La educación

Mesopotamia era conocida en la antigüedad como sede del aprendizaje, y se cree que Tales de Mileto (conocido como el «primer filósofo») estudió allí. Como los babilonios creían que el agua era el «primer principio» del que emanaba todo lo demás, y como Tales es famoso por esa misma afirmación, parece probable que estudiara en la región.

Las actividades intelectuales eran muy valoradas en toda Mesopotamia, y se dice que las escuelas (dedicadas principalmente a la clase sacerdotal) eran tan numerosas como los templos y enseñaban lectura, escritura, religión, derecho, medicina y astrología.

Avances tecnológicos

Mesopotamia no sólo fue uno de los primeros lugares en los que se desarrolló la agricultura, sino que también se encontraba en la encrucijada de las civilizaciones egipcia y del Valle del Indo. Esto la convirtió en un crisol de lenguas y culturas que estimuló un impacto duradero en la escritura, la tecnología, el lenguaje, el comercio, la religión y el derecho.

La invención de la rueda también se atribuye a los mesopotámicos. Otros desarrollos o inventos importantes atribuidos a los mesopotámicos son, entre otros, la domesticación de animales, las herramientas comunes, el armamento sofisticado y la guerra, el carro, el vino, la cerveza, la demarcación del tiempo en horas, minutos y segundos, los ritos religiosos, la vela (de los barcos veleros) y el riego.

Se cree que la escritura se inventó debido al comercio, por la necesidad de comunicación a larga distancia y para llevar un seguimiento más cuidadoso de las cuentas.

La religión en Mesopotamia

Había más de 1.000 deidades en el panteón de los dioses de las culturas mesopotámicas y muchas historias relativas a los dioses (entre ellas, el mito de la creación, el Enuma Elish). En general, se acepta que relatos bíblicos como la Caída del Hombre y el Diluvio de Noé (entre muchos otros) se originaron en la tradición mesopotámica, ya que aparecen por primera vez en obras mesopotámicas como El Mito de Adapa y la Epopeya de Gilgamesh, el relato escrito más antiguo del mundo. Los mesopotámicos creían que eran colaboradores de los dioses y que la tierra estaba impregnada de espíritus y demonios (aunque los «demonios» no deben entenderse en el sentido moderno, cristiano).

El comienzo del mundo, creían, fue una victoria de los dioses sobre las fuerzas del caos pero, aunque los dioses habían ganado, esto no significaba que el caos no pudiera volver a aparecer. A través de los rituales diarios, la atención a las deidades, las prácticas funerarias adecuadas y el simple deber cívico, los habitantes de Mesopotamia consideraban que ayudaban a mantener el equilibrio en el mundo y mantenían a raya a las fuerzas del caos y la destrucción. Junto con las expectativas de honrar a los mayores y tratar a la gente con respeto, los ciudadanos de la tierra también debían honrar a los dioses a través de los trabajos que realizaban cada día.

Las ciudades mesopotámicas

El templo, situado en el centro de cada ciudad (a menudo en una plataforma elevada), simbolizaba la importancia de la deidad patrona de la ciudad, que también sería venerada por las comunidades que presidía. En Mesopotamia nacieron las primeras ciudades del mundo, construidas en gran parte con ladrillos secados al sol.

La arquitectura doméstica de Mesopotamia creció a partir del suelo sobre el que se asentaba. A diferencia de Egipto, Mesopotamia -especialmente en el sur- carecía de piedra que pudiera extraerse para la construcción. La tierra estaba igualmente desprovista de árboles para obtener madera, por lo que el pueblo recurrió a otros recursos naturales que tenía a mano en abundancia: la arcilla fangosa de sus riberas y los juncos y cañas que crecían en sus pantanos. Con ellos, los mesopotámicos crearon las primeras columnas, arcos y estructuras techadas del mundo.

Las viviendas sencillas se construían con haces de juncos atados entre sí e insertados en el suelo, mientras que las más complejas se construían con ladrillos de arcilla secados al sol (una práctica seguida posteriormente por los egipcios). Las ciudades y los complejos de templos, con sus famosos zigurats (las estructuras piramidales escalonadas autóctonas de la región), se construían con ladrillos de arcilla cocidos al horno que luego se pintaban.

Se creía que los dioses estaban presentes en la planificación y ejecución de cualquier proyecto de construcción y se consideraba que unas oraciones muy específicas, recitadas en un orden determinado a la deidad correspondiente, eran de suma importancia para el éxito del proyecto y la prosperidad de los ocupantes de la vivienda.

Cualquiera que fuera el reino o imperio que dominara Mesopotamia, el papel vital de los dioses en la vida de la gente seguía siendo el mismo. Esta reverencia a lo divino caracterizaba desde la vida del trabajador del campo hasta la del rey.

La precariedad de la existencia en el sur de Mesopotamia condujo a un sentido muy desarrollado de la religión. Centros de culto como Eridu, que data del año 5000 a.C., sirvieron como importantes centros de peregrinación y devoción incluso antes del surgimiento de Sumer. Muchas de las ciudades más importantes de Mesopotamia surgieron en las zonas que rodeaban los centros de culto más visitados, reforzando así la estrecha relación entre religión y gobierno.

Formas de gobierno

El papel del rey se estableció en algún momento después del 3600 a.C. y, a diferencia de los gobernantes-sacerdotes que le precedieron, el rey trataba directamente con el pueblo y dejaba clara su voluntad mediante leyes de su propia invención. Antes del concepto de rey, se cree que los gobernantes sacerdotales dictaban la ley según preceptos religiosos y recibían mensajes divinos a través de signos y presagios; el rey, aunque seguía honrando y aplacando a los dioses, se consideraba un representante lo suficientemente poderoso de esos dioses como para poder expresar su voluntad a través de sus propios dictados, utilizando su propia voz. El rey era responsable del bienestar de su pueblo y un buen rey, que gobernaba de acuerdo con la voluntad divina, era reconocido por la prosperidad de la región sobre la que reinaba.

Sin embargo, incluso gobernantes muy eficientes, como Sargón de Acad, tuvieron que lidiar con perpetuos levantamientos y revueltas de facciones, o de regiones enteras, que impugnaban su legitimidad. Como Mesopotamia era una región tan vasta, con tantas culturas y etnias diferentes dentro de sus fronteras, un solo gobernante que intentara hacer cumplir las leyes de un gobierno central se encontraría invariablemente con la resistencia de alguna parte.

La sociedad en mesopotamia

Tanto los hombres como las mujeres trabajaban, y como la antigua Mesopotamia era fundamentalmente una sociedad agraria, las principales ocupaciones eran el cultivo y la cría de ganado. Otras ocupaciones eran las del escriba, el curandero, el artesano, el tejedor, el alfarero, el zapatero, el pescador, el maestro y el sacerdote o la sacerdotisa.

A la cabeza de la sociedad se encontraban los reyes y sacerdotes atendidos por el numeroso personal de palacio y templo. Con la institución de los ejércitos permanentes y la expansión del imperialismo, los oficiales militares y los soldados profesionales también ocuparon su lugar en la creciente y diversa fuerza de trabajo de Mesopotamia.

Las mujeres gozaban de derechos casi iguales y podían poseer tierras, solicitar el divorcio, tener sus propios negocios y hacer contratos en el comercio. Los primeros fabricantes de cerveza y vino, así como los curanderos de la comunidad, fueron inicialmente mujeres. Al parecer, estos oficios fueron asumidos más tarde por los hombres, cuando se hizo evidente que eran ocupaciones lucrativas. Sin embargo, el trabajo que se realizaba nunca se consideraba simplemente un «trabajo», sino una contribución a la comunidad y, por extensión, a los esfuerzos de los dioses por mantener el mundo en paz y armonía.