Edad Moderna

La Edad Moderna abarca desde el final de la Edad Media hasta el inicio de la Edad Contemporánea, aproximadamente desde el siglo XV hasta finales del siglo XVIII o principios del XIX. Es una etapa marcada por la expansión del conocimiento, las grandes exploraciones geográficas, la consolidación de los Estados-nación y las revoluciones científicas e industriales que sentaron las bases de la sociedad actual.

Inicio de la Edad Moderna

La caída de Constantinopla

La Edad Moderna comienza en 1453 con la caída de Constantinopla, un evento que marcó el fin del Imperio Bizantino y el ascenso del Imperio Otomano. Este suceso cerró las rutas comerciales hacia el este y motivó a las naciones europeas a buscar nuevas rutas hacia Asia. Fue también el momento en el que las ideas del Renacimiento, que renacían de los estudios clásicos de Grecia y Roma, transformaron la vida intelectual y cultural de Europa.

El Renacimiento

El Renacimiento fue un periodo de renovación cultural que enfatizó el valor de la razón y el conocimiento humanista. Se buscaba la recuperación del saber clásico a través del estudio de las artes, la filosofía y las ciencias, impulsado por figuras como Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael, y Galileo Galilei. En el ámbito literario, escritores como Dante, Petrarca, y Maquiavelo influyeron en una Europa en pleno cambio. Este movimiento comenzó en Italia y se expandió rápidamente por Europa, alentando el progreso en ciencias, matemáticas, y tecnología, con inventos como la imprenta de Gutenberg en 1455, que democratizó el conocimiento.

El descubrimiento de América

Uno de los hitos más importantes de la Edad Moderna fue el descubrimiento de América en 1492 por Cristóbal Colón. Este evento inauguró una era de exploraciones marítimas y expansión territorial en la que Portugal, España, Inglaterra, Francia, y los Países Bajos establecieron colonias y rutas comerciales en África, Asia, y América. Esta era de exploraciones impulsó la economía europea, facilitando el intercambio de productos como el cacao, el maíz, el tabaco y los metales preciosos.

Las exploraciones y la colonización de América llevaron al sometimiento y explotación de poblaciones indígenas y a la llegada de millones de esclavos africanos al Nuevo Mundo. Aunque el intercambio de bienes y conocimientos fue significativo, también trajo consigo devastación para las culturas indígenas y un impacto ecológico y humano profundo en ambos continentes.

La Reforma Protestante y la Contrarreforma

A principios del siglo XVI, la Iglesia Católica enfrentaba una crisis debido a la corrupción interna y la venta de indulgencias. Este contexto motivó a Martín Lutero a publicar sus 95 tesis en 1517, cuestionando las prácticas de la Iglesia y proponiendo un regreso a los textos sagrados. Así surgió la Reforma Protestante, que dividió a la cristiandad occidental y dio lugar a diversas corrientes religiosas, entre ellas el luteranismo, el calvinismo y el anglicanismo.

En respuesta a la Reforma, la Iglesia Católica promovió la Contrarreforma, encabezada por el Concilio de Trento (1545-1563), que buscó reformar las prácticas eclesiásticas y fortalecer la fe católica mediante la creación de la Compañía de Jesús y la Inquisición. Este periodo de intensos conflictos religiosos culminó en la Guerra de los Treinta Años (1618-1648), que devastó gran parte de Europa, especialmente el Sacro Imperio Romano Germánico.

El absolutismo monárquico y los estados-nación

La Edad Moderna vio el auge del absolutismo monárquico, un sistema de gobierno en el que el monarca concentraba todo el poder en sus manos, fundamentado en la idea de que su autoridad provenía directamente de Dios. Francia fue uno de los ejemplos más representativos de este sistema bajo el reinado de Luis XIV, conocido como el «Rey Sol», que instauró un control centralizado en el que el monarca tenía la última palabra en todos los aspectos del Estado.

El absolutismo monárquico promovió la creación de los Estados-nación, como Inglaterra, España, Francia y Portugal, que se convirtieron en potencias mundiales al centralizar el poder y expandir sus territorios. Sin embargo, este sistema de gobierno no fue aceptado sin resistencia, y en Inglaterra se vivieron conflictos importantes como la Guerra Civil Inglesa (1642-1651), que terminó con la ejecución de Carlos I y la instauración de una breve república liderada por Oliver Cromwell.

La revolución científica

Uno de los aspectos más destacados de la Edad Moderna fue la Revolución Científica, que transformó radicalmente el conocimiento humano. En este periodo surgieron figuras como Copérnico, Galileo, Kepler y Newton, quienes cuestionaron la visión geocéntrica y desarrollaron las bases de la física moderna y la astronomía. Isaac Newton, con su obra Principia Mathematica (1687), formuló las leyes de la gravitación universal y del movimiento, proporcionando una comprensión del universo que dominaría el pensamiento científico durante siglos.

La experimentación y el método científico promovido por Francis Bacon y René Descartes marcaron un cambio en la filosofía y en el conocimiento humano. Descartes, con su famosa frase «pienso, luego existo», estableció el racionalismo como una filosofía fundamental en la que el conocimiento debía basarse en la razón y no en la fe.

La Ilustración: razón y derechos humanos

La Ilustración, también conocida como el Siglo de las Luces, fue un movimiento intelectual que tuvo lugar principalmente en el siglo XVIII y que buscó aplicar la razón para mejorar la sociedad y promover los derechos individuales. Pensadores como Voltaire, Montesquieu, Rousseau y John Locke criticaron las monarquías absolutistas y defendieron ideas como la libertad, la igualdad y la separación de poderes.

El pensamiento ilustrado influyó profundamente en la política y fue la base de movimientos revolucionarios. En América, inspiró la Declaración de Independencia de Estados Unidos en 1776, y en Europa, influyó en la Revolución Francesa de 1789, que puso fin al antiguo régimen en Francia y proclamó los derechos universales del hombre.

La Revolución Industrial

La Edad Moderna culminó con el inicio de la Revolución Industrial en el siglo XVIII, un proceso que transformó radicalmente la economía y la sociedad. Las innovaciones tecnológicas, como la máquina de vapor de James Watt, la hiladora de algodón y la máquina de vapor, permitieron una producción en masa sin precedentes y dieron lugar a la expansión del capitalismo. Inglaterra fue el epicentro de esta revolución, que pronto se expandió a otros países europeos y a Estados Unidos.

La Revolución Industrial cambió la estructura social y generó una nueva clase social: el proletariado. Las ciudades crecieron rápidamente debido a la migración del campo a la ciudad, lo que trajo consigo problemas de hacinamiento, condiciones laborales precarias y un aumento de las desigualdades sociales. Sin embargo, también abrió la puerta a reformas sociales y políticas que mejorarían las condiciones de vida en los siglos posteriores.

Bibliografía

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