Tiberio, hijo adoptado del Emperador Romano Augusto, nunca aspiró a seguir los pasos de su padre, un camino que le eligió su madre, Livia, una mujer muy controladora. Pasó sus 23 años de reinado alejado tanto de su dominadora madre como de las obligaciones que conlleva gobernar un imperio.
Su juventud
En el año 42 a.C, Tiberio Claudio Nero y su mujer Livia Drusila tuvieron a su hijo, Tiberio Julio César. Su primeros años de vida fueron realmente complicados. Su padre Nero estaba en contra de las acciones llevadas a cabo por el emperador Augusto, por eso tuvieron que marcharse temporalmente al exilio. Cuando Tiberio tenía 4 años, sus padres se divorciaron. A partir de entonces su madre se centró en conseguir otro hombre que fuese su marido y padre de su hijo. Este hombre era el rival de su ex-marido y emperador Augusto.
En el año 39 a.C se cumplió su deseo. Este matrimonio era la oportunidad perfecta para que Tiberio pudiera suceder en el trono imperial a Augusto. Sin embargo, no era ni el primero en la línea de sucesión ni el favorito del emperador, quien había estado preparando a sus dos nietos Cayo César y Lucio César para que le sucedieran. Unos años más tarde, por órdenes de Augusto, Tiberio se divorció de su amada mujer Vipsania Agripina y se casó con la viuda Julia, hija del emperador.
Tiberio odiaba a su nueva mujer pero, por suerte para él, su reputación de adúltera obligó a Augusto a condenarla al exilio, donde murió de hambre en el año 14 a.C. Si Tiberio no demostró ningún lamento por la muerte de Julia, menos lloró la muerte de los dos hijos de ella, Cayo en una guerra y Lucio por enfermedad. Estos acontecimientos colocaron a Tiberio el primero en la lista de sucesión. Cabe mencionar que Tiberio fue adoptado cuando tenía cuarenta años, una práctica nada inusual en aquellos tiempos.
El hecho de que Tiberio no quería ser emperador era evidente, pues no mostraba ningún signo de emoción por llegar a ser emperador. Él había sido un excelente general en Germania y un gran gobernador en las Galias, pero nunca se había adentrado en el terreno de la política. En el año 6 a.C. se exilió él mismo en la isla de Rodas, posiblemente para escapar de su esposa Julia, y no volvió a Roma hasta el año 2. Durante este periodo, la gente se refería a él simplemente como “el exiliado”.
Fue su madre Livia quien hizo posible el ascenso de Tibeiro y quien tenía una mayor influencia sobre Augusto. De hecho, aún se discute si tuvo algo que ver en la muerte de Augusto. Pero, a pesar de todo esto, cuando Tiberio se proclamó emperador, Livia fue apartada de los asuntos públicos y nunca más volvió a ver a su hijo, quien no la visitó ni cuando estaba enferma justo antes de morir.
El emperador Tiberio
Sus primeros años en el trono imperial fueron tranquilos, sin grandes incidencias. Era considerado un mísero por unos y modesto por otros. Comenzó, pero no finalizó, numerosos proyectos de obras públicas, la mayoría fueron completados por su sucesor Calígula.
Él sentía amenazada su continuidad como emperador por su hijo, adoptado por orden de Augusto, Germánico Julio César, quien era la verdadera apuesta de muchos generales para suceder a Augusto. Sin embargo, Germánico silenció a todos estos generales que se oponían a Tiberio y expresó su máximo apoyo a su padre.
En el año 18, Germánico murió de forma repentina a causa de una enfermedad. Su viudad, Agripina la Mayor, volvió a Roma porque estaba convencida de que Tiberio había ordenado a Cneo Pisón, antiguo gobernador de Siria, matar a Germánico. Este último había sido responsable de que inhabilitaran a Pisón como gobernador en Siria, por lo que tendría especial interés en cometer este acto. Piso respondió a las acusaciones en Roma, donde finalmente se suicidó.
Agripina pidió que sus hijos (Nerón César, Druso César y Cayo Julio César, más conocido como Calígula), se encontraran en primera línea de sucesión. Pero esto nunca ocurrió, solo Calígula sobrevivió y se convirtió en emperador. Druso y Nero fueron asesinado y Agripina murió de hambre en el exilio. Calígula y sus hermanas, que fueron considerados muy jóvenes como para suponer una amenaza, vivieron con Tiberius.
La muerte de Germánico conllevó un brusco cambio en la personalidad de Tiberio. Cada vez se comportaba de una forma más cruel, especialmente con quienes se consideraba que conspiraban contra él. Tibeiro solía fingir lástima por aquellos a los que castigaba y guardar rencor a los que perdonaba. Parecía que necesitaba calmar su deseo de ver el sufrimiento de otras personas.
Sejano
Las obligaciones que conllevaba reinar un imperio y su complicada relación con su madre Livia, fueron demasiado para Tiberio, quien decidió trasladarse a la isla de Capri en el año 26 y delegar los asuntos principales en el prefecto de su guardia pretoriana, Lucio Elio Sejano. Con el tiempo Tiberio cava vez confiaba más y más en los consejos de Sejano. Despiadado y ambicioso, así describían muchos a esta persona, que cada vez se sentía más emperador, hasta que cometió un error fatal.
Sejano vio en Druso un claro competidor en la futura sucesión de Tibeiro. Por este motivo, Sejano comenzó un romance con la mujer de Druso, Livilia (que significa la pequeña Livia). Con el tiempo, esto desencadenó en el envenenamiento de Druso. Debido a la insistencia de Livilia, Sejano se divorció de su mujer y la pareja pidió permiso a Tiberio para casarse, un permiso que fue denegado. Por aquel entonces, Sejano había convertido la Guardia Pretoriana en un cuerpo de unos 12000 soldados. Además, estaba llevando a cabo numerosos juicios por traición a Roma para eliminar cualquier posible opositor. El resultado fue un pueblo romano en continuo miedo.
En el año 31 a.C, aún con el permiso denegado, la pareja anunció su boda. La madre de Livila le escribió al emperador informándole de este acontecimiento y de la intención de Sejano de asesinar tanto a él como al joven Calígula. Tiberio inmediatamente acudió al Senado, donde Sejano estuvo obligado a contestar estas acusaciones. Sin apenas discusión fue condenado a muerte; fue estrangulado y cada miembro de su cuerpo fue desgarrado por la muchedumbre allí congregada, dejando sus restos como comida para los perros. También fueron condenados a muerte sus hijos y todos sus seguidores, mientras que Livila murió de inanición bajo la atenta mirada de su madre.
Últimos años de reinado
En los últimos años de reinado y debido, sobretodo, al acontecimiento vivido con Sejano, se volvió cada vez más paranoico. Los juicios por traición aumentaron notablemente. Finalmente, en el año 37 a.C, murió a la edad de 77 años. Supuestamente, murió a manos del prefecto de la guardia pretorinana Nevio Sutorio Macro, ayudado por su heredero y sucesor en el trono Calígula.