Los peinados de las mujeres romanas ofrecen un interesante vistazo a la sociedad, la moda y los valores de la antigua Roma. A lo largo de los siglos, el estilo de los peinados evolucionó de formas complejas y, en ocasiones, extravagantes, reflejando la situación económica, social y personal de las mujeres romanas. Estos peinados eran algo más que una cuestión estética: representaban símbolos de estatus, tradiciones y modas dictadas por emperatrices, figuras femeninas de alto rango y, en ocasiones, influencias externas de culturas vecinas.
El simbolismo en los peinados romanos
El cabello para las mujeres romanas no era solo una característica estética, sino un símbolo de su identidad y posición social. Los peinados se usaban para expresar juventud, belleza, poder e incluso valores morales. En la cultura romana, el pelo bien arreglado y estilizado era una forma de mostrar respeto y dignidad, y se consideraba que una mujer descuidada en su arreglo personal demostraba falta de decoro.
Las mujeres jóvenes y solteras llevaban estilos sencillos y sobrios, simbolizando modestia y pureza. Por otro lado, las mujeres casadas, especialmente aquellas de clases altas, podían permitirse estilos más complejos y elaborados, que con frecuencia requerían la ayuda de esclavas especializadas o peluqueras para su creación. Estos peinados, complejos y detallados, mostraban el rango social de la mujer, ya que solo aquellas con los medios económicos suficientes podían mantenerlos.
Los primeros estilos y la influencia etrusca
En los primeros días de Roma, los peinados eran sencillos y prácticos, debido a la naturaleza austera de la sociedad romana temprana. Las mujeres romanas adoptaban estilos simples, a menudo trenzando el cabello o recogiéndolo en un moño bajo. Este estilo, conocido como el tutulus, era común en las familias romanas tradicionales y estaba inspirado en el estilo etrusco.
La influencia etrusca también se reflejó en la manera en que las mujeres adornaban sus peinados. Pequeñas joyas, cintas y bandas decorativas eran populares y reflejaban la conexión con la cultura etrusca, que valoraba mucho la ornamentación. Esta influencia perduró durante el periodo republicano, en el que la sencillez del estilo era fundamental para las virtudes romanas de modestia y contención.
La expansión del imperio y la influencia de otras culturas
Con la expansión del Imperio Romano, las influencias culturales comenzaron a llegar a Roma desde Grecia, Egipto, Oriente y las provincias del norte. Estas influencias introdujeron nuevas ideas de peinados y estilos, y la sociedad romana, especialmente la nobleza, adoptó modas que mostraban excentricidad y sofisticación. El peinado se volvió más voluminoso y complejo, y surgió la moda de los rizos y las ondas elaboradas.
Durante el reinado de la emperatriz Julia Domna, esposa de Septimio Severo, se popularizó el estilo de rizos gruesos y voluminosos que rodeaban la cabeza, dando una apariencia de opulencia y estatus. Julia Domna provenía de Siria, y su origen exótico influyó en el estilo romano, que buscaba imitar su cabello oscuro y rizado. Este peinado se convirtió en un símbolo de poder y elegancia, y las mujeres de la nobleza buscaban recrearlo para reflejar su prestigio.
El uso de postizos y pelucas
La sofisticación de los peinados romanos llevó al uso de postizos y pelucas para conseguir estilos que, de otro modo, habrían sido difíciles de mantener con el propio cabello. Las pelucas eran especialmente populares entre las mujeres de clase alta, quienes compraban cabello de buena calidad, a menudo de esclavas o extranjeras, para poder crear estilos altos y detallados.
Además, el cabello rubio era especialmente valorado y, debido a que la mayoría de las mujeres romanas tenían el cabello oscuro, las pelucas hechas de cabello rubio, importadas de las provincias del norte, eran altamente deseadas. Estas pelucas rubias representaban una mezcla de exotismo y estatus, y las mujeres las usaban para eventos y ceremonias importantes. Algunas romanas incluso teñían su cabello o sus pelucas con productos naturales para lograr una tonalidad más clara.
Los peinados durante el Alto Imperio: complejidad y extravagancia
Durante el Alto Imperio, los peinados alcanzaron un nivel de complejidad sin precedentes. Las mujeres de la nobleza llevaban elaborados peinados que requerían horas para su creación. Estos estilos incluían múltiples trenzas, rizos y ondas, combinados en complicadas disposiciones que, en muchos casos, solo podían ser logradas con la ayuda de estilistas o esclavas capacitadas.
Este periodo es conocido por el uso de peinados elevados y pomposos, que creaban la ilusión de altura y elegancia. Emperatrices como Faustina la Mayor y Julia Domna popularizaron estilos en los que el cabello se apilaba en la parte superior de la cabeza o se enrollaba en formas artísticas. Los peinados altos no solo eran una cuestión de estética, sino que simbolizaban la conexión de la mujer con la clase gobernante y su acceso a los recursos de la élite.
Los peinados del Bajo Imperio: un regreso a la sencillez
Con la llegada del Bajo Imperio, el estilo de vida de las mujeres romanas cambió, y los peinados volvieron a la sencillez. En este periodo, marcado por la crisis y la decadencia, la sociedad romana se centró en cuestiones más prácticas, y la moda reflejó una vuelta a la sobriedad. Los peinados dejaron de ser tan altos y elaborados, y las mujeres comenzaron a preferir estilos más simples y prácticos, aunque aún decorados con cintas o accesorios modestos.
El cambio en la moda también se debió al auge del cristianismo, que promovía valores de humildad y sencillez. Muchas mujeres cristianas evitaban los adornos excesivos y los peinados extravagantes, ya que estos se consideraban vanos y contrarios a los principios cristianos. A medida que el Imperio se cristianizaba, los peinados sencillos ganaron aceptación como símbolo de devoción y modestia.
El legado de los peinados romanos
La influencia de los peinados romanos en la historia de la moda ha perdurado hasta la actualidad. La evolución de los estilos, desde la sencillez de la Roma republicana hasta la opulencia del Alto Imperio y la sobriedad del Bajo Imperio, muestra cómo los peinados no solo reflejaban la moda, sino también los valores y cambios sociales de cada época. La popularidad de los peinados complejos y las pelucas ha tenido ecos en épocas posteriores, como en el Renacimiento y la corte de Luis XIV, donde los estilos voluminosos y detallados también simbolizaban poder y estatus.
Los peinados romanos también han dejado una huella en el cine y la cultura popular moderna. Películas, series y obras de arte siguen representando estos estilos como símbolo de la elegancia y sofisticación de la antigua Roma. Los peinados de las mujeres romanas continúan siendo una fascinante ventana a la vida cotidiana y las aspiraciones de una civilización que supo fusionar la moda con los ideales de su época.
Bibliografía
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