La domus romana, o casa unifamiliar de la antigua Roma, era un reflejo del estatus social, los valores familiares y la cultura romana en general. Mientras que los plebeyos y ciudadanos comunes vivían en insulae (edificios de apartamentos), los ciudadanos adinerados, especialmente los patricios y las élites urbanas, habitaban en la domus, una vivienda que ofrecía privacidad y comodidad. Estos hogares no solo eran residencias, sino también centros de actividades familiares, negocios y ceremonias religiosas, y su diseño arquitectónico respondía a las necesidades sociales y culturales de la Roma antigua.
Arquitectura de la domus romana
La domus romana era un ejemplo de planificación arquitectónica que reflejaba los ideales romanos de simplicidad, comodidad y privacidad. La estructura básica de una domus incluía varios espacios organizados en torno a un patio central o atrium, que era la parte más importante y representativa de la casa. El atrium servía como el corazón de la casa y el lugar donde la familia honraba a los antepasados mediante el culto doméstico.
Entre las secciones principales de una domus romana se encuentran:
- Atrium: El atrium era el espacio central, un patio descubierto con un compluvium en el techo que permitía la entrada de luz y ventilación y, en ocasiones, recogía el agua de lluvia en un impluvium en el suelo. En esta área también se colocaban los bustos y altares dedicados a los antepasados de la familia.
- Tablinum: Ubicado detrás del atrium, el tablinum era una habitación donde el paterfamilias (cabeza de familia) atendía asuntos de negocios y recibía a sus clientes o visitantes. Este espacio estaba decorado con mosaicos y frescos que representaban escenas mitológicas o familiares y, en muchos casos, ofrecía acceso directo al peristilo.
- Peristylum: Era un jardín rodeado de columnas y pasillos, decorado con plantas, flores y a veces pequeñas fuentes o estatuas. El peristylum servía como un espacio de recreo y descanso para la familia y como una conexión entre las áreas privadas de la casa y los espacios comunes.
- Cubicula: Las habitaciones o cubicula eran pequeñas y generalmente escasamente decoradas, ya que se utilizaban únicamente para el descanso nocturno. Estas habitaciones podían estar ubicadas alrededor del atrium o del peristylum, y en algunos casos contaban con camas y muebles sencillos.
- Triclinium: El comedor o triclinium era uno de los espacios más lujosos de la domus, utilizado para cenas y banquetes. Se caracterizaba por sus tres lechos o divanes, dispuestos en forma de U alrededor de una mesa. Aquí, los invitados se reclinaban mientras disfrutaban de los alimentos y bebidas, en una muestra de la importancia de la vida social y las relaciones en la cultura romana.
- Culina: La cocina o culina era generalmente un espacio pequeño y modesto, ubicado en un área alejada del resto de las habitaciones debido al humo y los olores de la cocción. Contaba con fogones de piedra y recipientes de barro, y el trabajo culinario era realizado en su mayoría por esclavos.
Función social y cultural de la domus
La domus romana no era solo un espacio físico; representaba una extensión del rol social de la familia y de los valores romanos. La organización de la domus reflejaba la jerarquía familiar y el respeto hacia las tradiciones. El atrium, como centro de la casa, era el lugar donde se practicaba el culto a los lares y penates, los dioses del hogar y los antepasados. La veneración a estos espíritus protectores era esencial, ya que se consideraba que traían protección y prosperidad a la familia.
Además, la domus tenía una función económica y política. En el tablinum, el paterfamilias recibía a sus clientes en el acto conocido como salutatio, donde los clientes expresaban su respeto y lealtad a cambio de protección y beneficios. Esta práctica fortalecía las relaciones de patronazgo, un aspecto clave en la estructura social romana.
La domus era también un lugar de prestigio social. Las familias de clase alta decoraban sus hogares con elaborados frescos, mosaicos y esculturas que destacaban el linaje y la riqueza de la familia. Esta decoración no solo servía como un símbolo de estatus, sino que también era un reflejo del gusto estético y la educación de los habitantes.
La decoración de la domus
La decoración interior de la domus era cuidadosamente planificada para reflejar el estatus y la cultura de sus propietarios. Los frescos en las paredes, los mosaicos en los suelos y las estatuas y relieves en el atrium o peristylum representaban temas mitológicos, históricos o naturales que mostraban la sofisticación de la familia.
- Frescos: Las paredes de la domus se pintaban con frescos que incluían escenas mitológicas, paisajes naturales y figuras geométricas. Los frescos eran realizados con la técnica del buon fresco, en la que los pigmentos se aplicaban sobre una base húmeda para garantizar su durabilidad. Estos frescos no solo embellecían el hogar, sino que también reflejaban las creencias religiosas y las aspiraciones de la familia.
- Mosaicos: Los mosaicos eran utilizados principalmente en los suelos del atrium, tablinum y triclinium. Elaborados con pequeñas piezas de piedra, vidrio o cerámica, estos mosaicos representaban escenas de caza, motivos geométricos o escenas mitológicas. Eran símbolos de riqueza y de conexión con la cultura helenística, especialmente en las casas de las élites romanas.
- Esculturas y muebles: En las domus de familias ricas, era común encontrar estatuas y bustos de antepasados o deidades. Los muebles de las casas romanas incluían mesas, sillas y camas de madera decoradas con incrustaciones de marfil y metal, reflejando la calidad de vida de sus propietarios.
La evolución de la domus y su legado
Con el paso del tiempo, la estructura y función de la domus romana evolucionaron. Durante el periodo tardorrepublicano y el inicio del Imperio, muchas domus se ampliaron y embellecieron en respuesta al crecimiento de la riqueza urbana y al surgimiento de una clase media romana. La invasión de nuevas ideas y estilos artísticos de las provincias también influyó en el diseño de las casas romanas, que integraron elementos decorativos orientales y griegos.
Con la expansión de Roma, la domus se convirtió en un símbolo de la cultura romana en las provincias, y se adaptó a las condiciones locales. En Pompeya y Herculano, las casas romanas exhibían estilos arquitectónicos y decorativos propios de la región, que, al ser preservados por la erupción del Vesubio, ofrecen una visión detallada de la vida doméstica en las provincias romanas.
El modelo de la domus romana influyó profundamente en la arquitectura residencial de la civilización occidental. La distribución de espacios alrededor de un patio central se encuentra en viviendas de las culturas mediterráneas posteriores, y la organización de los espacios en función de la privacidad y las actividades sociales es un concepto que ha perdurado. La idea de la casa como centro de la familia y reflejo de su identidad es un legado que continúa hasta hoy en día.
Bibliografía
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